Los misticetos, también conocidos como ballenas barbadas, cantan gracias a un sistema único en su laringe, que funciona de forma similar al de los mamíferos terrestres como el humano, y que es descrito por primera vez en un estudio este miércoles.
Hace unos cincuenta millones de años, cuando los ancestros terrestres de las ballenas tuvieron que aprender a nadar para sobrevivir, su sistema de comunicación se adaptó para evitar el ahogamiento.
Los odontocetos, los cetáceos con dientes como el delfín actual, desarrollaron un órgano nasal que les permitía emitir sonidos.
Los científicos suponían que, por su parte, los misticetos, los cetáceos con barbas como la ballena azul o el rorcual, utilizaban su laringe para producir vocalizaciones.
Pero el mecanismo de su anatomía que permitía estos cantos no era comprendido totalmente, recuerda un artículo de la revista Nature que acompaña al estudio.
Los primeros marineros habían detectado estos sonidos extraños, inicialmente atribuidos a criaturas míticas o a «la imaginación de marineros borrachos», recuerda la anatomista estadunidense Joy Reidenberg en el artículo.
Solo después de la Segunda Guerra Mundial, con acceso a los sonidos grabados por los hidrófonos militares, los investigadores comprendieron que estos cantos eran producidos por las ballenas.
En el estudio de Nature, un equipo internacional dirigido por Coen Elemans, del Departamento de Biología de la Universidad del Sur de Dinamarca en Odense, realizó experiencias con muestras de laringes de tres especies de misticetos (ballena jorobada, ballena minke y rorcual común) y los combinó con modelos anatómicos e informáticos.
El equipo concluyó que estos animales habían desarrollado «estructuras laríngeas únicas para la producción de sonidos».
Dos sonidos al mismo tiempo
Una vez que sus pulmones están llenos de aire, después de inhalar con su espiráculo y cerrar válvulas que evitan la entrada de agua, la ballena produce su canto al expulsar el aire a través de su laringe.
El aire vibra entre cuerdas cartilaginosas, de manera similar a cómo lo hace entre las cuerdas vocales de un humano para producir un sonido.
Luego el aire ingerido por las ballenas pasa a una bolsa, llamada laríngea, que permite su reciclaje hacia el pulmón, para emitir a continuación una nueva vocalización.
Coen Elemans descubrió el uso alternativo, y posiblemente simultáneo según las especies, de un cojín de grasa situado encima de las cuerdas cartilaginosas. Ese órgano podría permitir la producción de otro sonido.
Esta observación se obtuvo registrando las vibraciones producidas por un flujo de aire en pedazos de laringe. Una experiencia que sigue siendo imposible de observar en un animal vivo, dado su tamaño, señala Joy Reidenberg.
Sin embargo, la científica se pregunta si la hipótesis derivada del estudio podría explicar cómo algunas ballenas pueden producir al menos dos sonidos diferentes al mismo tiempo.
El hecho de realizar el experimento con muestras de laringe al aire libre limitó los resultados, porque no logró explicar cómo los sonidos producidos dentro del animal pueden propagarse hacia el exterior en el agua, con todas las válvulas cerradas.
Pero paralelamente las mediciones realizadas por el equipo de Coen Elemans logró establecer límites fisiológicos de los rangos de frecuencia de los cantos, su duración y la profundidad a la que las ballenas pueden emitirlos.
Las ballenas cantan básicamente en las mismas profundidades y frecuencias que los sonidos producidos por el tráfico marítimo, perturbando una posible comunicación entre cetáceos.