Javier Milei asumió ayer como presidente de Argentina con el plan de impulsar un duro ajuste fiscal que, dijo, es la única manera de sacar al país del “borde del abismo” en que se encuentra y como primera medida firmó el decreto que reduce la cantidad de ministerios de 18 a nueve.
Milei, un economista ultraliberal de 53 años, juró el cargo de acuerdo con el protocolo, en la Asamblea Legislativa; recibió del presidente saliente, Alberto Fernández, la banda presidencial y el bastón de mando que, como dato, lleva grabados a los “perrhijos” de Milei, que son su adoración. También juró el cargo la vicepresidenta Victoria Villarruel.
Sin embargo, en vez de dirigir su discurso ante los legisladores, optó por salir del recinto y hablar desde ahí a los argentinos, fiel a su promesa de dirigirse al pueblo y “no a la casta”, como define a la clase política que, hasta su llegada, dijo, se enriqueció a costa de los ciudadanos. Unas 20 mil personas lo esperaban afuera de la asamblea y no dejaron de ovacionarlo, incluso cuando habló de que se vienen meses “oscuros” antes de que Argentina “vuelva a ver la luz”.
Le acompañaban mandatarios como el chileno Gabriel Boric, el paraguayo Santiago Peña y el ucraniano Volodimir Zelensky, con quien intercambió un abrazo y después tuvo su primera reunión bilateral, así como el húngaro Viktor Orban, además del rey de España, Felipe VI. “Ningún gobierno ha recibido una herencia peor que la que estamos recibiendo nosotros”, aseguró el flamante mandatario.
“No hay plata, no hay alternativa al ajuste, no hay alternativa al shock”, exclamó. “En el corto plazo la situación empeorará, pero luego veremos los frutos de nuestro esfuerzo”, añadió.
“Hoy comienza una nueva era en Argentina, una era de paz y prosperidad, de crecimiento y desarrollo, de libertad y progreso”, aseveró.
El diagnóstico que hizo fue demoledor: “Esa es la herencia que nos dejan, una inflación plantada de 15,000% anual que vamos a luchar con uñas y dientes para erradicarla”, enfatizó. La tasa de pobreza supera 40%, por ello, anunció un ajuste fiscal equivalente a 5% del producto interno bruto (PIB).
“Habrá estanflación, pero no es algo muy distinto a los últimos 12 años. Este es el último mal trago para comenzar la reconstrucción de la Argentina”, subrayó.
A pesar de la “herencia” que dijo recibir, Milei afirmó que no es su intención “perseguir a nadie” de la clase política, pero advirtió que no se dejará extorsionar y que sus convicciones son “inamovibles”. Tampoco evadió el tema de la inseguridad. Argentina, dijo “se ha convertido en un baño de sangre”, con una ciudad —Rosario— “secuestrada” por el narcotráfico y la violencia, que los ciudadanos han sido “abandonados” por la clase política y que solo 3% de los delitos conlleva algún tipo de condena.
“Se acabó con el ‘siga, siga’ de los delincuentes”, prometió mientras la multitud coreaba “¡Po-li-cía!”.
La hermana de Milei, Karina, estuvo a su lado. La novia del presidente, Fátima Florez, mantuvo un bajo perfil. Karina, en cambio, lo acompañó incluso en la reunión con Zelensky, ante quien la presentó como “la verdadera jefa”. Fue una de las integrantes de su gobierno a las que tomó juramento, como secretaria general de la Presidencia.