En el corredor Puebla-Tlaxcala se vive un verdadero infierno industrial: decenas de niñas, niños y adolescentes enferman de cáncer e insuficiencia renal –y muchos de ellos mueren de forma prematura– por su exposición permanente a la contaminación tóxica de las fábricas, demuestra científicamente el Conahcyt. En su Primer informe estratégico, revela que la incidencia de leucemias agudas infantiles se dispara en los municipios Tlatlauquitepec, Chiautempan, Tlahuapan, San Pedro, Cholula, Acajete, Teziutlán, San Pablo del Monte, San Martín Texmelucan, Chignahuapan y Amozoc. Con estudios de sangre, orina, tejidos y otros fluidos, también comprueba que en dicha región las personas en general están contaminadas con metales –arsénico, níquel, plomo, cobre, vanadio, yodo, selenio, estroncio, litio– y plaguicidas –malatión, glufosinato, glifosato, picloram, AMPA, molinato, paratión y 24-D–, entre otros elementos altamente tóxicos. Éste es uno de los 30 infiernos industriales con características de crisis humanitaria que hay en México, señalados por los científicos como de urgente atención. Consultado por Contralínea al respecto, el presidente López Obrador indicó que está consciente del problema y que se trabaja en una reforma a las leyes para impedir que se siga afectando la salud del pueblo

Tercera parte. El veneno de las fábricas se respira las 24 horas del día; también se consume en forma de comida y agua hasta contaminar totalmente a las personas, enfermarlas y matarlas. Así se vive en uno de los 30 infiernos industriales con más muertes y enfermedades terminales que existen en México: el corredor industrial Puebla-Tlaxcala. En los municipios de esa región conocida como Cuenca del Alto Atoyac, las leucemias agudas y la insuficiencia renal en la población infantil se disparan a niveles de crisis humanitaria, y están asociados a la contaminación tóxica de las fábricas.

De esto ya no hay duda: evidencia científica incontrovertible, generada por un equipo multidisciplinario de investigadores del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencia y Tecnología (Conahcyt), revela que la mayor incidencia de leucemias agudas infantiles –y en población de 18 a 20 años de edad– en los municipios Tlatlauquitepec, Chiautempan, Tlahuapan, San Pedro, Cholula, Acajete, Teziutlán, San Pablo del Monte, San Martín Texmelucan, Chignahuapan y Amozoc.

Consultado por Contralínea en su conferencia matutina del 13 de octubre, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que sí hay evidencia científica que demuestra que hay una correlación entre la exposición a esas contaminaciones altamente tóxicas y las enfermedades terminales, sobre todo en infantes, y que su gobierno presentará una iniciativa de ley para atender este asunto.

“Conahcyt está trabajando y yo espero que antes de concluir nuestro gobierno podamos proponer una iniciativa, una reforma con ese propósito. Todo lo que es el uso de agroquímicos, la sobreexplotación de los mantos acuíferos, poner orden en eso y planear. Por ejemplo, si quieren poner –porque es una actividad importante– cuencas lecheras, pues que se instalen en donde hay agua, en el sureste; que ya no se continúe sembrando alfalfa, que requiere muchísima agua, para las cuencas lecheras de La Laguna. Ahora tenemos que detener ya lo de la sobreexplotación de Cuatro Ciénegas, en Coahuila, es una reserva única en el mundo de agua que se está afectando por sobrexplotación. Y así tenemos que tomar otras decisiones”, indicó el primer mandatario.

Y añadió: “hacia adelante hay que estar cuidando la salud de la gente, la salud del pueblo. Hay muchas demandas pendientes porque era un desorden, no había control de nada, muchísima corrupción. Así fue que se contaminaron los ríos, porque se permitió en aras de que había que industrializar y que había que crear empleos, como si no se pudiese lograr lo mismo cuidando el agua y cuidando el medio ambiente, y planeando”.

Pandemia de cáncer

Con estudios de sangre, orina, tejidos y otros fluidos de población aledaña a la Cuenca del Alto Atoyac, los científicos del Conahcyt ya comprobaron que en dicha región los cuerpos de las personas en general están contaminados con metales –arsénico, níquel, plomo, cobre, vanadio, yodo, selenio, estroncio, litio– y plaguicidas –malatión, glufosinato, glifosato, picloram, AMPA, molinato, paratión y 24-D–, entre otros elementos altamente tóxicos.

El Primer informe estratégico del Conahcyt sobre esta región, advierte que “en los estados de Tlaxcala y Puebla el 40.8 por ciento de las incidencias de leucemias agudas en menores de 20 años del periodo evaluado, se localizan en la Cuenca del Alto Atoyac. El 83 por ciento de estos casos fueron diagnosticados con el tipo más común de leucemia, la leucemia linfoblástica aguda (LLA); mientras que 15 pacientes fueron diagnosticados con una leucemia mieloide aguda (LMA), y tres pacientes presentaron una leucemia de linaje mixto”.

Otro dato que aporta es que “cerca del 41 por ciento de los casos de leucemias agudas en menores de 19 años en los estados de Tlaxcala y Puebla residen en la Cuenca del Alto Atoyac. El 58 por ciento de estas leucemias son de alto riesgo”. Por lo que, advierte, “estos pacientes tienen altas posibilidades de recaer y morir tempranamente durante las primeras etapas del tratamiento”.

De acuerdo con el informe científico, en un periodo de 20 años (2000-2019), la tasa de mortalidad por leucemias infantiles en cada millón de niños fue mayor a la media nacional (33.9) y a las estatales (29.6 y 31.9 Tlaxcala y Puebla, respectivamente), en especial para el área de influencia (36.8). De la tasa bruta de incidencia de leucemia aguda en la región de la Cuenca del Alto Atoyac y en su área de influencia, apunta que de 2021 a 2022 fue de 41 casos de leucemia por cada millón de personas menores de 20 años.

Entre los hallazgos más relevantes destaca que se identificó que hay una alta probabilidad de desarrollar leucemias agudas por vivir en municipios de la región, porque también hay una alta exposición potencial a mezclas de metales tóxicos y arsénico. “Específicamente, el riesgo de desarrollar leucemias agudas en menores de 20 años se duplica al vivir en la subregión de la Cuenca del Alto Atoyac con alta exposición potencial a mezclas de metales tóxicos y arsénico, en comparación con vivir en las subregiones de baja y moderada exposición. Y el riesgo se triplica para desarrollar el principal subtipo de leucemia, la LLA-B”.

En entrevista con Contralínea, la doctora María Elena Álvarez-Buylla, directora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, indica que el tema de la toxicidad es prioritario. “Lo tenemos bien diagnosticado, ya constantemente diagnosticado en uno de los programas estratégicos del Conahcyt, pero hay todavía pendientes para restaurar estas regiones de emergencia socioambiental, inclusive se han llegado a llamar infiernos ambientales”.

La científica reconoce que esas regiones de emergencia sanitaria y ambiental (RESAS) las comunidades llevan años de lucha y ahora ya hay una demostración científica del impacto en la salud de esta contaminación industrial y de agroquímicos, que acusa una urgencia de atención.

La doctora Álvarez-Buylla indica que es fundamental que esas regiones de emergencia socio ambiental se reconozcan las demandas de salud y remediación medioambiental, y “se atiendan como debe ser, acorde a lo que son los principios del humanismo mexicano, muy importante”.

Agrega que “no solamente es la Cuenca del Alto Atoyac. Por ejemplo, es El Salto, Jalisco. En fin hay diferentes regiones que requieren atención urgente y otros temas de salud. [Se debe] seguir avanzando salvando vidas en torno a las causas de mortalidad con avances científicos propios, como es [la atención a la] leucemia linfoblástica aguda”.

Explica que con la nueva visión que hay de la ciencia, ya se cuenta con “un laboratorio de referencias, que está salvando vidas de niños, niñas afectadas por esta enfermedad; pero en este año queremos lograr y aterrizar mucho más. Y por eso estamos trabajando muy de la mano el secretario de Salud [Jorge Alcocer], también de la secretaria [de Medio Ambiente, María Luisa] Albores, comprometida, nosotros, desde luego Cofepris, para poder hacer llegar estos expedientes a los gobiernos de los estados y también con ellos desarrollar los programas de atención, tanto de restauración ambiental como de atención urgente a la salud y de prevención. Y ahí pues hay decisiones que no nos tocan a nosotros pero que va a haber que tomar con base en la verdad”.

Y esa verdad revisa la relación de los elementos altamente tóxicos de origen estrictamente industrial y las enfermedades terminales y muertes. Al citar datos de la estadunidense Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades, el estudio científico del Conahcyt sobre la Cuenca del Alto Atoyac indica que la exposición crónica al metaloide arsénico produce: cáncer (piel, pulmón y vejiga); lesiones cutáneas; diabetes; enfermedades cardiovasculares; problemas en el desarrollo cognitivo, inteligencia y memoria (de los infantes); y es nefrotóxico. La Agencia Internacional de Estudios sobre el Cáncer (IARC, por su sigla en inglés) admite que es causa de cáncer de piel, pulmón y vejiga.

En la lista de efectos adversos en la salud humana de los elementos químicos encontrados a altos niveles en la población participante, por ejemplo, señala que exponerse reiteradamente al metal níquel, se indica que causa lesiones cutáneas y bronquitis, mientras que la IARC lo ubica en el grupo 2B: posible carcinógeno. Del metal plomo, apunta que es nefrotóxico; neurotóxico; genera anemia; problemas en el desarrollo cognitivo, inteligencia y memoria (niños), y corresponde al grupo 2A: probable carcinógeno.

Además, concluye que “los tóxicos encontrados en estas personas son capaces de alcanzar diversos órganos y sistemas del cuerpo, lo que representa que hay riesgo de sufrir daños a todos los niveles: neurocognitivo, cardiovascular, inmunológico, hormonal, entre muchos otros. También es sabido que puede ocurrir el almacenamiento temporal de estas sustancias en compartimentos

del cuerpo como huesos y tejido adiposo, que eventualmente se concentrarán

y liberarán en el cuerpo de nueva cuenta con un alto potencial de daño en diversas etapas de la vida. Por ejemplo, durante el desarrollo embrionario o la lactancia materna ocurre la movilización de lípidos del tejido adiposo de la madre, hacia el feto o hacia el recién nacido a través de la leche materna”.

Insuficiencia renal

El Primer informe estratégico para la comprensión de la problemática socioambiental de la región de emergencia sanitaria y ambiental de la cuenca del Alto Atoyac advierte que “existe una relación contundente entre la exposición a contaminantes atmosféricos (especialmente material particulado), la pérdida de la función renal y la enfermedad renal crónica”.

Asimismo, señala que “los tipos y niveles de exposición encontrados en la población participante tuvieron múltiples asociaciones con biomarcadores de daño y disfunción renal, a pesar de tratarse de una población sin sintomatología aparente. Estas asociaciones indican daño subclínico renal asociado con la exposición sobre todo a arsénico, cobre, fluoruro, plomo, vanadio, AMPA, glufosinato, malatión y picloram, que incrementa la probabilidad para el desarrollo de enfermedad renal crónica y sus complicaciones”.

Al exponer los resultados más relevantes, el estudio científico del Conahcyt señala:

“a) El plaguicida picloram se asoció con todos los biomarcadores de daño y función renal, 25 por ciento de estas asociaciones tuvieron un comportamiento tipo ‘dosis-dependiente’, es decir, la asociación entre el daño y exposición se incrementó gradualmente conforme a los niveles de exposición. AMPA, cobre y plomo le siguieron con una asolación significativa con más del 70 por ciento de biomarcadores evaluados.

“b) Cromo, plomo y vanadio fueron los tóxicos con las asociaciones más significativas con daño renal temprano estructural (KIM-1, NGAL y Clusterina), en específico en el segmento proximal de la nefrona.

“c) Arsénico, cobre, fluoruro, plomo, vanadio, AMPA, glufosinato, malatión y picloram tuvieron asociaciones consistentes con daño renal temprano estructural a nivel del túbulo proximal (KIM-1 y NGAL), y con daño a glomerular y funcional (clus y con la relación albúmina creatinina, RAC).

“d) Aluminio mostró las asociaciones consistentes con biomarcadores que indican hiper-filtración renal (Cis-c y eGFR), además de tener la asociación más fuerte con disfunción en la tasa de filtración.

“e) Ni glifosato o molinato tuvieron asociaciones con daño renal temprano, y las asociaciones con daño funcional fueron de débiles a nulas.

“f) Los niveles elevados de exposición a molinato se asociaron únicamente con eGFR, fue el tóxico con menos asociaciones significativas, seguido de glifosato y selenio.

“g) Selenio en la mayoría de los casos, excepto con proteinuria, tuvieron asociaciones negativas con los biomarcadores de daño y funcionamiento renal. Al tratarse de un elemento esencial involucrado en procesos antioxidantes, es posible que las relaciones negativas reafirmen su papel protector.

“h) De las asociaciones entre los biomarcadores KIM-1, NGAL y los agentes tóxicos, el 40 por ciento fueron dosis-dependientes, es decir, estos biomarcadores fueron los más sensibles para identificar cambios a nivel renal con respecto a los cambios en los niveles de exposición. Además, para ambos biomarcadores se presentaron asociaciones con los mismos tóxicos (arsénico, cobre, fluoruro, plomo, vanadio, AMPA, glufosinato, malatión, picloram).

“i) RAC se asoció con la exposición a casi todos los elementos químicos evaluados, excepto aluminio. Sus asociaciones con plaguicidas fueron un poco menos indicativas y nulas en caso de glifosato y molinato.

“j) Cis-C se asoció con ocho tóxicos (aluminio, arsénico, fluoruro, selenio, glifosato y malatión) 75 por ciento de estas asociaciones fueron negativas, señalando que la exposición se asocia con la hiperfiltración renal.

“k) Los niveles elevados de exposición a los plaguicidas: AMPA, glifosato, glifosinato y picloram, se asociaron con daño renal temprano estructural a nivel del túbulo distal (OPN), ninguno de los elementos químicos evaluados se asoció con este biomarcador. Además, OPN fue la única molécula que no tuvo asociaciones tipo ‘dosis-dependiente’ con los niveles de exposición.”

En entrevista, el doctor Andrés Barreda Marín –coordinador del Programa Nacional Estratégico del Conahcyt: Agentes Tóxicos y Procesos Contaminantes, y académico de la Facultad de Economía de la UNAM– señala que este informe científico “es una demostración muy dura, muy consistente, de cómo es que está ocurriendo una clusterización de casos de leucemia en niños muy pequeños, muy muy pequeños, que no tiene otra causa más que la contaminación justamente en áreas de alta industria”.

Asimismo, destaca que existe un enorme desamparo sanitario respecto de los trabajadores que contraen enfermedades de orden ambiental, de orden tóxico. “El descuido de los médicos, la falta de preparación de los médicos que viven en las RESAS, en las Regiones de Emergencia Sanitaria, para entender que los enfermos de cáncer, las leucemias infantiles, linfoides y mieloides, de ninguna manera son genéticas, ocurren y se concentran en la zonas de altísima contaminación”.

Vía: Contralinea

Por redaccion

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